The French Connection (1971)

The French Connection (1971) Dirección: William Friedkin Guión: Ernest Tidyman

William Friedkin es un director que con los años ha logrado ser reconocido como un innovador dentro del séptimo arte, su película The Boys in the Band de 1970 fue uno de los primeros filmes de temática homosexual realizados en Hollywood, The Exorcist (junto a Rosemary´s Baby de Polanski) acercó el genero de terror a ambientes mas urbanos y cercanos al espectador; rompió esquemas igualmente con Cruising mezclando el cine de ambiente policial con la comunidad gay de Nueva York y probablemente su mejor película The French Connection quebraría en tándem con Dirty Harry de Don Siegel (ambas de 1971) el genero policial.

The French Connection logró temprano en la década de los 70 delinear un nuevo estilo para realizar cine del subgénero police procedural, este estilo de narrativa (de origen literario) tuvo en el escritor Ed McBain y su serie de libros del Distrito 87 sus obras fundamentales donde de forma opuesta al más clásico género negro o noir la trama no trata de identificar al culpable de un crimen sino que el villano se nos muestra desde el principio y la historia lo que desarrolla en su lugar son las investigaciones de los agentes para capturarlos.

El filme de Friedkin logra no solo desarrollar ese nuevo estilo de narrativa propia de las novelas (la película está basada en un libro de Robin Moore) sino que logra desalinear el equilibrio demasiado básico en ocasiones entre héroes y villanos donde los primeros están tradicionalmente exentos de cometer acciones violentas de forma injustificada, en la película el protagonista es el detective Jimmy “Popeye” Doyle quien en su afán de conseguir su objetivo final es capaz de exponer la seguridad de sus compañeros y de los mismos ciudadanos que busca proteger, es decir se empiezan a perder los esquemas básicos que diferencian a los “buenos” de los “malos”, la película refuerza lo anterior cuando vemos que los detectives son los mas bruscos del filme mientras que los villanos se muestran de forma más refinada.

La película nos cuenta una historia basada en los hechos verídicos de dos detectives: Doyle (Gene Hackman) y Russo (Roy Scheider) quien de forma accidental descubren que esta por concretarse una venta de drogas que llenaría de heroína las calles de Nueva York, ambos detectives empiezan entonces una carrera contra el tiempo y en ocasiones contra sus mismos compañeros para lograr impedir que el intercambio se lleve a cabo, los traficantes en este caso son franceses y están dirigidos por el capo Alain Charnier (interpretado por el español Fernando Rey) quien a lo largo de la película parece estar siempre un paso por delante de sus perseguidores.

Uno de los grandes aciertos de la película viene desde el genial guion escrito por Ernest Tidyman donde la construcción de la trama se va relizando de a poco, de un inicio con dos ambientes diferentes (Nueva York y Marsella) vemos como ambas tramas se van tocando en pequeños puntos hasta que terminan totalmente entrelazadas llevándonos al épico final.

Otro de los esquemas rotos es el de la ciudad de Nueva York, somos muchas las personas que nunca la hemos visitado pero por la fuerza de verla de forma constante en series y películas se nos hace cercana, pocas ciudades (Paris, Roma) han logrado convertirse prácticamente en un imaginario para las diferentes sociedades y cuando filmas una obra en esas ciudades es imposible que estas no tomen el rol de un personaje adicional, en el caso de Nueva York existen dos líneas diferentes para representarla: una bastante idealizada, cultural y cosmopolita (al estilo de Woody Allen) y otra mas violenta y dura (como en los filmes de Scorsese) que empezaría a delinearse en películas como Midnight Cowboy y The French Connection, en este caso Friedkin nos presenta una ciudad fría (el filme fue grabado en pleno invierno) e insensible mientras graba por debajo de las grandes autopistas que la recorren mostrando pequeños garitos y sitios mas alienados.

Debido a lo anterior la película se nos muestra extremadamente realista, el director no maquilla ni por un momento la dureza de las acciones o las circunstancias que rodean a los actores (es sencillo ver como Hackman realmente pasaba frio en algunas escenas) pero ese realismo que duele no se limita a las condiciones climatológicas sino a las acciones de los personajes, estos se muestran alejados de los diferentes estereotipos asociados a ellos, por ejemplo Doyle se nos enseña como un detective cínico y duro, en ocasiones racista, capaz de abusar de su estatus de poder y como ya se señaló anteriormente alguien que no duda en poner en riesgo a los demás (nos damos cuenta que sus actos ya costaron la vida de un oficial anteriormente) con el objetivo de llevar a cabo su tarea, este esquema ha influido bastante en la televisión en los últimos años en series como The Killing o The Wire.   

La película es protagonizada por Gene Hackman, quien era un actor relativamente desconocido a pesar de haber actuado anteriormente en Bonnie and Clyde o en Downhill Racer al lado de Robert Redford, su caracterización como “Popeye” Doyle con su sombrero de fieltro y su gabardina quedaría inmortalizada y sus rasgos generales serian bastante repetidos por otros personajes en filmes similares en años posteriores, junto a Hackman actúa el gran Roy Scheider quien a pesar de iniciar su carrera en papeles secundarios obtendría de a poco roles más importante que claramente merecía; la contraparte de ambos en el filme es el actor español Fernando Rey, en una anécdota bastante conocida de la película se sabe que Friedman eligió para interpretar al capo francés de la droga al actor Francisco Rabal luego de verlo actuar en Belle de Jour de Luis Buñuel sin embargo no supo dar a entender al equipo de casting a quien quería para el papel indicándoles de forma vaga la referencia de un actor español lo que llevo a la confusión (finalmente Rabal y Friedkin trabajarían juntos en Sorcerer).    

El filme esta lleno de grandes escenas pero debo señalar principalmente cuatro de ellas, la primera es la persecución a pie que se da entre los personajes de Gene Hackman y Fernando Rey, Popeye sigue el rastro de Charnier a través de diferentes aceras de la ciudad hasta que ambos finalizan en el metro donde empiezan un juego del gato y del ratón aunque no sabría decir cual de ellos es el cazador en este caso, lo que sí es evidente es que Doyle comprende aquí que a quien busca detener no es un hampón menor a los cuales el esta acostumbrado; pero si de persecuciones hablamos es innegable la maestría con la que Friedkin dirige la escena mas reconocida de la película, nos referimos claro a la persecución que hace Popeye en automóvil del tren que utiliza el sicario de Charnier para escapar luego de un frustrado intento de asesinato, la fuerza y la tensión que el director logra implementar en la escena al mostrarnos la carrera frenética de Doyle por las calles debajo de las vías poniendo en peligro a conductores y transeúntes nos vuelve a mostrar el lado mas oscuro de éste al comprobarnos la determinación que tiene al buscar conseguir su objetivo, la resolución de la larga toma es de una gran fuerza visual, cuenta la historia que para rodar la escena los productores solo habían conseguido que la ciudad cerrara unas cuantas calles pero la toma se extendió por otras vías adicionales poniendo en peligro real a varias personas, ya lo hemos señalado, el realismo es uno de los puntos fuertes del filme.

Otra escena que siempre llama la atención es la del desguace del auto donde los narcotraficantes esconden la droga, somos testigos de nuevo de la personalidad obsesiva de Doyle mientras el automóvil va perdiendo sus partes, más allá de la persecución en auto son escenas como esta y el juego entre Doyle y Charnier en las puertas del metro donde radica gran parte de la excelencia del filme, escenas que con pocos recursos son capaces de transmitir tensión al espectador y de mantenerlo atrapado hasta el final.

La escena final resume todos los grandes elementos de la película, acción, persecución y tensión se unen cuando al parecer el trato por las drogas al final llega a buen termino pero todo forma parte de una trampa para cazarlos, vemos a Doyle y Charnier entrar en un granero y Friedkin maneja ahora dos elementos clave, al fin somos testigos de como Popeye en su fan de atrapar al Zar francés es incapaz de medir sus actos y lo lleva todo a un único disparo que no vemos en pantalla y que no nos explican a los espectadores pero que podemos intuir.

Cuatro años después John Frankenheimer dirigiría la secuela French Connection II donde Gene Hackman y Fernando Rey repetirían sus papeles, si bien esta película no alcanzaría la brillantez de la primera parte en nada afecta el legado de esta y de hecho el díptico es bastante disfrutable para verlo de forma continua.

French Connection seguirá siendo uno de los mejores thrillers policiales de la historia y una de las grandes películas de los 70, el manejo de la cámara cercano al espectador y que en las escenas de persecución nos hace sentir dentro del filme es muy bien trabajado, estamos ante una película de visión obligatoria que cambió su género y que hoy en día sigue siendo de gran influencia.